jueves, 27 de abril de 2023

Vida de Pacto

Creación

 La ley 

Para libertad



Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad.

Santiago 2:12

Dios no nos da la libertad para que nos comportemos como nos dé la gana. Aunque en la Biblia se nos presenta la ley de Dios como “la ley de la libertad”, la verdadera libertad se describe claramente como el ser libres del pecado y sus devastadoras consecuencias, no la licencia para saciar nuestros apetitos carnales.

Nuestros pecados nos causan terribles problemas. Refiriéndose al pecado de la humanidad, el apóstol Pablo escribió:

 “Quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz” 

Romanos 3:16-17

También comparó los efectos del pecado con la esclavitud, lo contrario de la libertad: 

“Cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte”

 Romanos 6:20-21

El pecado, la transgresión de la ley de Dios, no sólo nos esclaviza sino que, si continuamos pecando, también nos impedirá recibir la vida en su plenitud. 

Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.

S. Mateo 19:17

Por eso es que uno de los hermanos de Jesús nos exhorta: 

“Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad” 

Santiago 2:12 

La norma básica por la que seremos juzgados son los mandamientos de Dios.

Sólo cuando nos arrepentimos, dejando de quebrantar la ley de Dios, podemos ser liberados de las consecuencias del pecado por medio del sacrificio de Cristo, que es lo único que puede limpiarnos de nuestros pecados; 

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Hechos 2:38


 El apóstol Pablo explica que sólo aquellos que sinceramente obedecen a Dios pueden ser liberados de la esclavitud del pecado: 

“Gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados”

 Romanos 6:17

El apóstol Juan lo aclara aún más al decir que obedecer los mandamientos de Dios es practicar el amor de Dios: 

“Este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos” 

1ra Juan 5:3 

En lugar de ser una carga, como muchos los consideran, los mandamientos de Dios alumbran el camino que nos lleva al amor y a la libertad verdaderos. El salmista describe con elocuencia algunos de los beneficios de la ley de Dios: 

“Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo. Más que todos mis enseñadores he entendido, porque tus testimonios son mi meditación. Más que los viejos he entendido, porque he guardado tus mandamientos; de todo mal camino contuve mis pies, para guardar tu palabra. No me aparté de tus juicios, porque tú me enseñaste. ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia; por tanto, he aborrecido todo camino de mentira. Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” 

Salmos 119:98-105

No en balde Jesús nos recordó lo que fue escrito en Deuteronomio 8:3: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). El apóstol Pablo entendió esto muy bien:

La circuncisión no significa nada, y la incircuncisión tampoco. Lo que realmente importa es guardar los mandamientos de Dios.

1 Corintios 7:19

Luz de Vida

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